En la época de la conquista de América se plantan los primeros viñedos en las islas, en el norte de Tenerife donde hoy se asienta la D.O.P. “Valle de La Orotava”.
Con el fin de adaptarse a la pendiente del terreno, con una superficie de cultivo escasa y variedades que requerían de largas podas para producir, se adapta el sistema de cultivo y surge el Cordón Trenzado.
El ingenio de los antepasados hizo que se pudiera plantar a pie franco la viña en zonas de escaso suelo útil y abarcar una gran superficie cultivada; y en zonas fértiles, aprovechar la parada invernal del viñedo para retirar el Cordón Trenzado y obtener otras cosechas que pudieran conservar a lo largo del año, como granos y tubérculos.
Desde hace siglos, el Valle de La Orotava conserva y la Denominación de Origen promueve el sistema de conducción en Cordón Trenzado, pues conforma el patrimonio paisajístico de la comarca y nos vincula al territorio, a su patrimonio cultural y a sus gentes.
El Cordón Trenzado se forma introduciendo la vara de siembra a pie franco en el terreno y los sarmientos se van trenzado de forma que la vara productiva quede colocada sobre la del año anterior. Para sostenerlo, en la antigüedad se empleaba madera de la Laurisilva, hoy en día se emplean horquetas de hierro.
Su longitud se sitúa entre los 3-4 metros de media, pero hay cordones que superan los 15 metros de extensión.
Los trabajos de campo implican una gran labor manual en todas sus etapas, pues no es un sistema mecanizable pero su propia singularidad hace del Cordón Trenzado una tarea artesanal.